jueves, 26 de julio de 2012

EL REGRESO


“Hola mamá” “¡Hija! ¿Qué haces ahí sentada en el portal?” “Te esperaba. A ti o papá” “Pasa” “Mamá hacía cuatro años que no nos veíamos. ¿No me vas a preguntar nada?” “No tengo nada que preguntar. Eres mi hija. Estás aquí” “Todo fue muy raro” “Las cosas son como son. Tu padre y tú sois demasiado parecidos” “Me alegra que hayas llegado tú antes” “Lo pasó mal” “Yo también” “Estabais muy unidos” “…” “SE me ha hecho eterno” “…” “¿Por qué pones esa cara?” “He venido a quedarme” “Esta es tu casa. Tu padre y yo siempre lo hemos dicho y no es una retórica” “No es fácil” “¿Qué?” “Volver” “Para mi es lo más sencillo del mundo volver a tener a mi hija conmigo” “Sin preguntas. Me gustaría que me preguntaras algo” “¿Y qué más da? Para mí es como si te hubieses ido ayer” “Me resultaría más fácil hablar” “Podemos hablar de lo que quieras, pero sólo tengo interés en saber lo que tú quieras que yo sepa” “No me estás ayudando” “Eres una adulta, hija. Siempre serás mi hija pero tienes veintiocho años. Quizás has vivido más de lo que he vivido yo. Querré saber todo aquello que tú quieras que sepa pero no más” “Es justo” “No lo sé. Para mí la familia no es una cuestión de justicia. Es algo natural. Tú eres tú y eres yo. Uno nunca es completamente justo consigo mismo” “Yo no sé quién soy” “Nadie lo sabe. Sin embargo cada mañana te levantas y satisfaces tus necesidades y cumples con tus rutinas y a veces tienes alguna sorpresa. Eso es vivir” “Suena bien. Para ti es fácil porque no tienes más aspiraciones, pero para mí eso es una derrota” “A veces toca aprender a vivir en las derrotas. NO siempre se gana. Siempre que alguien gana hay uno o más que pierden. Y oye, eso de que no tengo aspiraciones no ha sonado bien” “Tu mundo no ha tenido ambiciones” “El hoy y el mañana son una ambición. La vida no siempre fue fácil. La casa, la tienda, tu hermana y tú. Te aseguro que me sobraban aspiraciones. Todo el mundo no puede ser Einstein o Ghandi o Napoleón, y de ahí a la nada hay un sinfín de puestos” “Si tienes razón, pero te educas de un modo, universidad, máster, me fui de casa en un momento pletórico personal y vital que me permitió ser arrogante” “Has aprendido algo” “Papá también fue mi orgulloso” “Ya te he dicho que tal para cual” “ Durante unos años soy capaz de mantenerme sin dificultades. Vivía en una casa bonita, un coche, viví un tiempo con un chico espectacular y en unos meses el color de tu vida cambia, del rosa al violeta y de ahí al morado y al negro sin que te tiempo ni a respirar” “Y se hace duro” “Mucho mamá” “Y los amigos que desaparecen masivamente” “Y tu pareja que se vuelve desagradable y egoísta” “Pero quedan los buenos” “Uno o dos” “Mucho. Puedes estar satisfecha. Sabes, te voy a hacer un chocolate para merendar ,y unas torrijas y  nos las vamos a comer las dos” “Mamá sabes lo que me costó reducir este culazo” “Pero ahora estás muy delgada, hoy te hace falta y a mi contigo, y yo si que estoy gorda” “Me alegra tanto volver a verte” “Si tú supieras lo que siento yo. Casi me alegro de ese fracaso del que te lamentas” “¡Mamá!” “¡Que no! ¿cómo voy a alegrarme de tus fracasos? Pero los madres al final nos acostumbramos a que nuestros hijos sólo se acuerden de nosotras con las decepciones” “Es un reproche” “Es una realidad. Algún día si quieres tú también serás madre. Formarás parte de la cadena” “Qué bien huele el chocolate. ¿A qué hora viene papá?  Después de cerrar la tienda irá al almacén y se le harán casi las once, pero le esperaremos a cenar” “¿Crees que le importará que me quede?” “¿A ti te ha importado venir?” “Me ha costado pero empiezo a estar muy a gusto” “Tu padre es como tú. Cuidado que el chocolate quema” “¡Ah! Demasiado tarde. ¡Uf!”

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