jueves, 12 de julio de 2012

UN SOLO HOMBRE


“Veo que sois unos cagaos” “No te pases. No es eso” “ Sois una panda de mierdas. Teméis señalaros por si luego no os contratan” Abucheos y jaleos. “No sois capaces de sacrificar unos pocos días de vuestros salarios para defender vuestros derechos. Hay que poner el pie en tierra y resistir, si no lo hacemos ¿qué nos quitarán mañana?” “Tiene razón” “Que se calle” “Tú vives con tus padres. Yo tengo que enviar dinero a mi familia. Además este país se hunde. Se ha bajado las pensiones, se ha reducido la paga de los desempleados. ¿Tú crees que nuestra reivindicación pesa mucho?” “Lo que creo es que no sois capaces de sacrificar unas decenas de euros que recuperaréis privándoos de un fin de semana unas copas o un par de cenas. Y somos jóvenes. Me avergüenzo de haber confiado en vosotros” Más jaleos y menos abucheos. Varias participantes de la asamblea en pie aplaudiendo. “Votemos por comenzar una huelga indefinida” La sala se va despejando.”Déjame pasar que tengo consulta” “Por favor que tengo los sueros en la centrífuga” “Tengo que irme que debo ir al banco” “A las doce tenemos sesión” Los claros son muy evidentes en el patio de butacas. “Cuando un grupo no funciona como un solo hombre. Un solo hombre debe mover un grupo”. Una decena de personas aplauden. “Me voy a encadenar a la puerta del ayuntamiento”

“¿Señora no ha leído el cartel? No pedimos dinero.” Apartó los dos euros de la pancarta.

“Señor estamos pidiendo justicia. No dinero” Retiró los diez euros que tapaban el inicio del enunciado.

“Señora que no somos los mineros. Que esto es en Madrid. no pedimos dinero para nuestra causa sólo solidaridad” Retira los cincuenta euros

Puso un pequeño letrero que rezaba: No Keremos dinero. Keremos nuestros derechos.

Las donaciones se multiplicaron. Ya no decía nada. Al final del día, cuando se fue a casa hizo balance y había recaudado cerca de doscientos euros. El día siguiente la cantidad llegó a doscientos cincuenta. El fin de semana, verano, bajó la recaudación. El domingo no se encadenó pero el  lunes regresó. El miércoles dejó de ir al trabajo. El viernes decidió cambiar el letrero: NO emos benido ha pedir. Qeremos nuestros derechos. La afluencia de público seguía estable. El sábado con las rebajas fue un día muy bueno. Se acercó más a la salida del parking que tenía más paso y daba sombra. El domingo no trabajó. El lunes consultó con un asesor para pedir una excedencia temporal por cuidado de padres. El martes tuvo un problema con unos rumanos que le pidieron precio por el cartel. Se negó y estuvieron a punto de pegarle. Un indigente ruso le ayudó a cambio de dos litros de cerveza y una botella de Vodka. Con el tiempo, desde jueves a domingo dejó de ir y enviaba en su lugar a un indigente a cambio del treinta por ciento para él y otro treinta por ciento para el ruso que vigilaba. Buscó otras esquinas que pobló de pedigüeños contratados. Echaba de menos pedir, su labor ahora era de marketing y gestión, localizar nuevos lugares donde apostar a sus “socios” y manejar las ganancias. Intentó legalizar parte de su negocio, intentó llamarle sindicato, pero no le dejaron.

Lo que parecía imposible: la crisis terminó. La gente sin problemas era menos generosa. El negocio se fue a pique. Sus gastos eran muchos. Unos iraníes le ofrecieron aprovechar su red para distribuir heroína. Le delataron y acabó en la cárcel. Poco tiempo, porque había acumulado una fortuna enorme.

No hay comentarios: