viernes, 6 de julio de 2012

PASADO PRESENTE


A veces el pasado nos adelanta. El ayer coincide con el hoy. Es una situación confusa. Necesitamos un pasado muerto para cimentar un futuro tranquilo. No se edifica sobre arena. Como mínimo sobre grava compactada.  La arena es casi como el agua. Si se la somete a humedad forma un agua chicle que se desliza y no puede sostener el presente y menos aún el futuro

El día de mi boda. Primer domingo de Setiembre. La iglesia de mi pueblo.  El convite apalabrado en una salón de celebraciones cercano. Un noviazgo corto. Intenso pero corto. Un buen partido él. Y yo. Quería ser madre. Necesitaba un padre. Un hombre honesto. Sano. Deportista y simpático. Un currículum excepcional. Ahora pasado el tiempo veo con claridad que busqué un marido que se parecía mucho al hijo que me habría gustado tener más que al padre que siempre dicen que buscamos las mujeres. Invitados. Regalos. Vestido. Música . Un coro. El mesías. Ensayos. Damas. Nueva York, Los ángeles, Cancún. Nervios.  Dudas no. Sólo nervios.

Me recoge el Mercedes de su padre. Azahar en un coche crema. Luz. El mundo a cámara lenta. Mis vecinos me miran. Los viandantes me miran. Me miro en el retrovisor. Me gusto. Debo ser feliz. Es un día feliz. Sin embargo tengo ganas de llorar. Lágrimas tristes. Desde el asiento del copiloto mi padre piensa que es de alegría. No papá no es de alegría. Anoche mi hermana me tranquilizó. Es cosa de las novias. Dice que he vivido demasiado bien. Dice que es hora de que siente la cabeza. La responsabilidad me puede. Al menos eso piensa. Puede que tenga razón pero no creo que la tenga. Un semáforo. Bajo la ventanilla. El aire me va a destrozar el tocado pero al menos respiro y evito las náuseas. Un Seat León negro se detiene en paralelo. En conductor lleva barba de tres días. Me resulta familiar. Se gira.

“Hola Amelia. ¿Qué haces?” “¡Qué pregunta! Voy en un coche de novia, vestida de novia” “Que pases un buen día. Cuando vuelvas de viaje a ver si nos vemos. Tenemos buenos recuerdos. Si no tienes mi teléfono te hago una llamada perdida ahora después. Se ha puesto verde. Hasta la vista”

Mi padre mira con cara de asesino. Suena mi teléfono. Jonás. No había borrado su teléfono. Está muy atractivo. Mi padre me mira con mala cara. Se rasca la oreja. Ya no lloro. Miro el coche alejarse.

El Mercedes se detiene en la Glorieta. Mi futuro marido está allí. Me espera. Es el hombre perfecto. Ahora lo entiendo: no me gusta la perfección. Me quito el tocado. Sacudo la cabeza y me suelto el pelo. Me suelto las hebillas de los zapatos de tacón y los lanzo al parterre. Desgarro el tul de la cola del traje. Y hecho andar hacia la parada de taxis. Todos me miran. Mi padre me pregunta adónde voy. Me voy . Adiós. Simplemente adiós. Marco el número de Jonás. Antes de que pueda entrar al taxi, llega el SEat León negro. Jonás sonríe y sacude la cabeza. Dice que estoy loca. Me da la mano. Le beso. Cambia de sentido y cruzamos el puente de los Peligros en dirección hacia el futuro.

A veces el pasado nos adelanta y puede ser una buena idea subirse a él.


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