sábado, 7 de julio de 2012

LA BELLA DURMIENTE DE LA ARRIXACA

“Nenica que güena mano tienes. El señor te las conserve. No me has hecho daño ninguno. Tan joven y tan bonica y ya médica” “Señora me va usted a ruborizar” “T`has puesto colorá. Qué bonica eres. Nunca he visto a nadie más bonica que tú” “Señora..” “Agüela t`has pasao, tu siempre m`has dicho eso a mí” “Eres mu bonica. ¡Pero los tratos con er demonio afean muncho!” “Cagüe en Dios agüela. Y tú médica mardita seas” “Bueno señora no ha sido nada. No se enfaden” “¿Por qué le has hecho eso a la zagalica? ¡Bruja!” “No se enfaden. No tiene importancia. Sigo que tengo mucho trabajo. ¡Ay!” Miró la mano donde sintió la punzada. Al apoyarse en la camilla se pinchó con la aguja que había usado para sacarle líquido a la vieja gitana. Recordaba perfectamente que la había echado al contenedor.
“Lo has hecho muy bien. ¡Vaya una bruja la nieta! ¿qué te pasa? Estás pálida” “Me he pinchado y no me encuentro bien” “Eso es el susto. He mirado el informe pretransplante y no tiene nada contagioso” “No es eso. Me estoy mareando” Cayó al suelo desvanecida.
La tensión, la temperatura, la función de sus riñones, de sus pulmones y su corazón era óptima. El escáner cerebral fue normal. No había anemia. La punción de su espalda obtuvo un líquido normal. Era de madrugada y Leticia permanecía tumbada serena como si durmiese en la camilla de reanimación de urgencias. La guardia no era lo mismo. Todos estaban en tensión. Una residente envidiosa se apresuró a cuchichear que seguro que era histeria, que bajo ese aspecto de bondad lo que de verdad le gustaba era llamar la atención. La neurólogo la desmintió.
A las siete y media Apareció Montoya ( un internista como House, con más lógica pero sin cojera y con más mala leche). “Esto es una encefalitis ¿Dónde está la familia?” “Monty no los hemos llamado todavía para no preocuparlos” “Sois unos ineptos. Necesito  hablar con toda su familia y amigos.¿ Donde han viajado? ¿Qué han comido?. Puede ser una encefalitis del Nilo, o del Congo o yo que sé. Así no se puede trabajar”
A las nueve y media comenzaron a desfilar catedráticos. Infecciosas :“Es una infección” Cardiología: “Es un infarto silente” Neurología: “ Una enfermedad desmielinizante aguda” Cirugía “Preparadla que la trasplantamos en cuarenta y ocho horas si no responde” .
Y Leticia seguía en la cama con los ojos cerrados como cuando reía. El pelo largo peinado hacia la almohada y las manos cruzadas sobre el vientre.
“Parece encantada Dr Montoya” “No digas estupideces Eseté y cuéntame si sabes algo” “Monty  terminó de hacer una paracentesis, muy bien por cierto, y salió mareada después de pincharse” “¿Qué tiene la señora?” “Una cirrosis alcohólica. Nada que se contagie si no bebes con ella, y no ha dado tiempo” “¡Una chica enferma y nadie la toma en serio!. Sois unos cretinos” “Haciendo memoria, la nieta de la señora le lanzó una maldición” “¡Esto no se puede oír!” “Por probar no pasa nada. Tú con todo lo que sabes de  momento has avanzado poco” “Me voy a estudiar encefalitis” “Veamos, un pinchazo, una mujer bella dormida” “Aquí falta un besito” “Muy bien Gonzalo” “Voy” “No. Necesitamos un príncipe” “El único es Felipe, y a Leticia no le va a hacer gracia” “¿A cual?” “ A la princesa” “¿Qué es lo más parecido a un príncipe que tenemos a mano?” “¿Parrilla, el jefe de Cirugía?” “Está ya un poco cascao” “¿El director médico?” “Sí ese puede servir que últimamente está muy activo. Llamadlo”
El Director Médico no se hizo esperar. Acostumbrado a esfuerzos denodados en épocas de crisis, un besito casto no se le antojó un trabajo muy pesado. “¿Donde está la chica?” Se apretó el nudo de la corbata. Se inclinó, y con los ojos cerrados se acercó a besar su boca pequeña. Antes  que el príncipe , perdón el director médico, la besara Leticia se despertó. “¿Qué intenta hacer? ¿Qué hago aquí?” El director abrió los ojos y se vio ridículo. Todo el mundo sonrió y prorrumpieron en aplausos felices de la curación.
Cuando Montoya regresó solicitando muestras de sangre para remitirlas a un Hospital de Acerbayán, todos estaban cumpliendo con su trabajo o celebrando la sanación.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

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