sábado, 21 de julio de 2012

MI ESTRELLA


                De madrugada, acostado en la arena de la playa, si miro al cielo veo la Luna  llena y las estrellas. Alguien dijo que si mirabas fijamente, de entre todas las estrellas del cielo, si si estás muy muy atento, podrías reconocer una que sería sola y únicamente tuya. Quizás fue en El Principito de Saint Exupery. El contenido de esa estrella es el mismo que el de las necesidades de tu corazón: Amistad, amor, una pareja.

                Acostado en la playa de madrugada busqué mi estrella. Unas refulgían más que otras pero me parecieron de un golpe de vista todas iguales. Miré al norte, ninguna me pareció especial. Miré al sur, donde habría jurado que estaba y tampoco. Miré al oeste y no vi nada porque  los reflejos de las urbanizaciones tapaban la mitad de las estrellas. No me quedaba otra. El Este y en efecto allí estaba mi estrella, la Estrella de Levante. La vi y supe que era para mi. Con su vidrio marrón anaranjado, su etiqueta verde con la estrella dorada estampada: mi estrella. El rocío estaba comenzando a entumecerme. Sin embargo, una vez localicé mi estrella, su gravedad, a años luz de distancia comenzó a atraerme. Sentí mi cuerpo separarse del suelo. Un flash que me cegó y en un instante estaba sentado en mi estrella. No era mayor que un bloque de pisos. Me costaba agarrarme al vidrio naranja que además estaba perlado de gotas de hielo. Sin embargo hacía calor. Su núcleo, el Nice ( si nife es el núcleo de la tierra por estar compuesto de niquel y hierro, el de mi estrella era nice) estaba fresquito y espumoso. Por mucho que me movía del lado de día al de noche seguía teniendo un calor insoportable. Me arrastré hasta el cuello de mi estrella, La chapa estaba puesta. Una contrariedad que resolví con un trozo de Titanio de un satélite en ruinas. Lo metí entre los pliegues fruncicdos de la chapa que saltó. POP o quizás plop. Y el aroma y los efluvios. No lo pude resistir y me lanzé a través del brocal del cuello. Caí desnudo y depilado ( que un pelo en la cerveza, sea de donde sea es algo indeseable). Frescor. Masajes con las burbujas. Miraba al cielo que salvo el brocal de la abertura presentaba un color dorado con algunos reflejos iridiscentes en la parte de la noche. Bebí. A sorbos y a tragos. Cedió el calor. Quedé flotando dejándome acariciar. Pasó el tiempo, meses o años, porque los días en un planeta tan pequeño pasan muy deprisa. En el bajo vientre sentí unos de los inconvenientes del líquido elemento de mi estrella. No parecía bien dejarse ir como en cualquier piscina. Después podía tener sed y me daría asco aunque con elcolor no se notase. Además tenía curiosidad de contemplar la meadilla dispersar disuelta en miles de esferas doradas en  un espacio vacío. No podía salir. Intentaba trepar por las paredes de vidrio pero no podía salir, no avanzaba un solo centímetro y estaba a punto de reventar. Casi desesperé. Pero era mi estrella. Estaba en la estrella de mis deseos y desde luego mi deseo no era pero nada nada nada sufrir. Miré el brocal del cuello. Apareció el bello rostro de una muchacha rubia (como la cerveza) creo que teñida, porque las raíces eran más oscuras. Sus ojos color miel me miraron. “¿Me vas a lanzar una trenza de tus cabellos?” “No hombre no que acabo de venir de la pelu” No le mencioné lo de las raíces, porque en un planeta tan pequeño no debía haber muchas peluquerías ni muchas mujeres. “¿Qué me vas a echar?” “No sé, porque supuestamente esta estrella era sólo mía y de mis deseos” “Entonces yo soy tu deseo” “Va a ser que no. Pero te echo una cuerda. Te echo también una cantimplora.  Súbete algo de cerveza que tomemos algo que estoy seca y no puedo bañarme” “Me alegro de no estar sólo” “Yo también” “Mira aquella estrella también es muy bonita” “Aquello es la Tierra” “Pues a mi me gusta” “Toma y a mí”.

“Quieres un quinto Antonio” Me despertó mi cuñado.

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