sábado, 19 de mayo de 2012

UNA MAÑANA SOLEADA DE MAYO


“Papi dame un euro para una bola” “¡No hay euros! Y Si sigues molestando nos vamos a casa” “Por fi dame un euro” “Se lo voy a decir a mamá. Cuando venga del almacén te va a dar pal pelo. Corre a jugar al columpio que me enfado” El niño de unos cuatro años se da la vuelta . Su rabia lleva el labio inferior casi hasta la nariz donde los mocos recogen algunas lágrimas esbozadas. Se da la vuelta y en cuanto se distancia tres metros comienza a jugar con los otros niños.

El niño viste con el descuido de los cuidados sobrevenidos de un padre sin empleo. Su padre está en el banco sentado al sol jugueteando con el móvil y mirando de vez en cuando a  su hijo.

“Mira papi tengo la bolita” El niño sonríe. El padre le coge el brazo desde el que el niño le muestra la bola. El niño se queja. “¿Quién te ha dado eso?” “Me haces buba. Me la ha comprado aquella señora” Señala a una mujer de mediana edad que con otras toma el aperitivo en una terraza del mismo parque. El hombre se dirige hacia allí. Arrastra a su hijo con la mano izquierda y sustenta la bola en la derecha.

“Señora ¿le ha comprado esto a mi hijo?” “Sí. Es compañero de mi sobrino…” “ No se meta en la educación de mi hijo” “Disculpe pero no era esa mi intención” “No necesitamos limosnas” Deja la bola en la mesa y regresa al banco. Duda y se acerca a otro banco más alejado. El niño llora. El padre lo zarandea y lo sienta a su lado. Estás castigado se lee en sus labios.

Se acerca otro hombre al nuevo banco donde están el padre y el hijo. Habla de modo estruendoso . “ Te invito a un tercio” El padre del niño acepta. Le da al niño en el hombro y le señala el parque. Le señala también el bar de la otra esquina donde va a estar y le dice que no se mueva.

Cuando el padre entra en el bar. La mujer llama al niño y le vuelve a dar la bola.

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