lunes, 21 de mayo de 2012

CORRER BAJO LA LLUVIA


Salió a correr por el campo. No conocía el lugar. No conocía las nubes de lluvia o las que indicaban viento. Hacía calor. Picaba. En su campo de entrenamiento ese calor anticipaba tormenta. Cuando llevaba apenas media hora, a la vez que empezaba a sudar, aparecieron las primeras nubes en la periferia montañosa del llano. Iba a llover. Inútil regresar. Había diseñado un trayecto circular con Google Earth, según las referencias orográficas estaba justo a mitad de camino.

En cinco minutos el sol de la tarde se llenó de blanco panza de burra, algodón hacia el sol y al fin gris plomo. Un rayo , un trueno y se desencadenaría la tempestad. Olía humedad. Los pájaros se habían callado. La naturaleza permanecía agazapada. No era una buena idea seguir en movimiento cuando la tormenta comenzase a descargar. Sólo había algunos árboles y achaparrados. Los picachos estaban alejados del camino más de su altura, no estaba protegida de los rayos.

Un chasquido el cielo se quebró. Un fogonazo cruzó de un lado a otro del valle. Se sobresaltó. No había casas cerca. Siguió corriendo mirando  a ambos lados. A la izquierda en un otero la nube lanzaba oleadas de lluvia que en unos segundos lo absorbieron. El viento acercaba la zona de lluvia. No le apetecía tirarse al suelo para protegerse de los rayos. No podía regresar. El siguiente rayo incendió un ciprés que había a la entrada de una finca. Casi sintió la onda expansiva. Comenzaban a caer gruesos goterones. El viento arreciaba. a unos cuatrocientos metros hacia el sur en un escarpe se veía un abrigo en la caliza. Esos abrigos según le habían dicho eran ricos en pinturas rupestres. Si sirvieron para un hombre primitivo, servirían para ella. Corrió. Cuando llegó estaba calada. En la boca de la cueva poco profunda vio desaparecer el vale en una cortina tupida de gotas. Un nuevo rayo. El chasquido seco y el trueno resonando entre las rocas.

“Hola Adela” Miró hacia atrás. La voz gutural salía de un nicho de la cueva. ¿Quién podía conocer su nombre?. Se le pasó por la cabeza echar a correr, pero la tormenta acababa de empezar. “Te esperaba” “¿Quién eres?” “A veces vivo aquí. Desde hace mucho tiempo” Avanzó y vio pinturas rupestres en la pared y en el techo.”¿Cómo sabes mi nombre? Eres muy mayor ¿cómo has llegado aquí?” “Preguntas mucho” “¿Eres del pueblo?” “Del pueblo y del campo y del aire.” “Has dicho que me esperabas” “ Sí” “¿Por qué?” “Porque venías” “Quieres algo de mí” Un nuevo trueno la hizo mirar al exterior. Al volver la cabeza, la anciana estaba en la esquina opuesta de la cueva. Con el reflejo de un nuevo rayo vio su atuendo de anciana, pero no su rostro. Su cabeza estaba cubierta por un pañuelo gris y miraba hacia abajo. “Puedo mostrarte un hecho de tu futuro. Pero sólo uno” “¿Por qué?” “Preguntas mucho. Sólo tienes una pregunta y yo te mostraré la respuesta?” El futuro. Quien no se pregunta por el futuro. Pero una cosa es preguntarse y otras es saberlo. El día de tu muerte. Si tu compañero será definitivo. Si tendrás hijos. Tu salud. Dinero. Un número de lotería. Te angustias. Conocer el futuro con certeza.¿ Y después? Interpretar tu vida como una obra de teatro de la cual conoces el final o algún acto. “¿Tengo alternativa?” “No”. Un nuevo rayo y un trueno que hizo retumbar las paredes.

“¿Cuando dejará de llover?” La tarde se abrió un rayo de luz entró en la cueva y la anciana ya no estaba.

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