domingo, 13 de mayo de 2012

39 GRADOS (Anemia XIII)



PALOSANTO
En un rincón de tu librería observas a dos de tus clientes sudar. Tú permaneces impávido vestido con tu traje negro. Te miran raro. Fuera hace calor. Dentro de la tienda, seguramente también hace calor. Tú nunca tienes calor ni frío. “¿No tiene usted calor?” “No” “Pues debería poner aire acondicionado, con esta temperatura  la gente busca el fresco en los establecimientos “ “Yo no vendo fresco, esto no es una heladería, aquí se venden libros y aun eso me da igual” “Quizás su hijo no piense lo mismo” ¿Su hijo? El muchacho de las rastas que venía a diario a escudriñar en sus volúmenes descatalogados no le había conocido. Se tocó la frente y se palpó el cuello y recorrió las arrugas. “Tienes razón. Debo poner aire acondicionado. Ahora tengo que cerrar” “En eso se parece a su hijo. Cierran cuando les da la gana. Bueno en eso y en el traje que no se quitan ni con el calor” “¿Tienes algo con mi traje? Es un Armani?” “No señor. Es muy elegante, pero su hijo lo luce más” “La juventud” “Hasta mañana” “Adiós”. No sabías que el calor podía llegar a afectarte. Ha acelerado tu metabolismo. Envejeces más rápido. Debes alimentarte. Echas el cierre.

Te gusta el calor. Cuando la temperatura alcanza un nivel crítico, treinta y ocho grados, muchas ventanas quedan abiertas toda la noche. SE exacerba la pasión en los humanos. Te regalas la vista en tus vuelos nocturnos. No es fácil elegir. La alimentación de un vampiro parece aburrida, pero puedes captar en la sangre de tus víctimas millones de matices o más. Los avatares de la vida de los vivos sazonan tu alimento. Hay sangres amargas, dulces, ásperas, desabridas, saladas, excelsas…

Un gran ventanal abierto. La luz apagada. La luna llena. Un hombre y una mujer en una cama. Duermen. Claroscuros. Una cama desordenada. La ropa desperdigada en la habitación. Él desnudo en la parte más alejada de la ventana. Un hombre joven. Boca abajo la sábana no le cubre más allá de las rodillas. Ella boca arriba. Con su rostro esbozando la sonrisa que le dejó el amor anterior al sueño. La sábana blanca casi le cubre el torso. Un pecho se insinúa por el borde de la sábana. El pelo largo rubio pegado por el sudor de la noche y la pasión a sus sienes.

La sangre reposada después del amor es claramente tu favorita. La excitación, la pasión y después la calma dejan su firma de autor en el plasma. Será una cena sabrosa. Te sientas en la butaca del fondo de la alcoba. Ves el pasado inmediato y te gustaría ser humano. Te acercas. Apartas suavemente el cabello de su cuello detrás de la mandíbula y sorbes. Inspiras. No podrías describir el goce. Él se mueve. No  has terminado. Alargas el brazo. Lo posas en su hombro y se vuelve a dormir. Te retiras. Lames una gota que se desliza por el cuello. El cóctel de sangre con el sabor salado del sudor te excita. Los miras por última vez. Saltas al vacío. Y vuelas de regreso.

Aun falta mucho para que amanezca, pero quieres regalarte con los recuerdos y los sabores de esta noche. Hace calor. Debes poner aire y vestir un atuendo más espor, camiseta y pantalón de lino hasta el otoño . Cierras los ojos en tu cripta y sientes el paso de cada gota de esa sangre a tu cuerpo. Te duermes. Te gusta el calor. Treinta y seis grados para la sangre y treinta y nueve para el ambiente.

2 comentarios:

Azpeitia poeta y escritor dijo...

Antonio, hacía tiempo que no entraba en tu blog por circunstancias ajenas a mi voluntad. Enhorabuena una vez más por tu pluma fácil y que arrstra alo lector...En este espacio de tiempo han ocurrido muchas cosas sorprendentes y algún día te comentaré...,un abrazo muy fuerte desde azpeitia

ast alias ash dijo...

Un abrazo. Ya tendremos ocasión de hablar.