“Buenas noches. ¿Es la Guardia Civil de Beniel?” “ Sí. ¿Qué
quiere?” “Iba a cenar…” “ Qué casualidad yo también” “ …una lata de sardinas en
escabeche” “ A mí me ha preparado mi santa pollo en ajo cabañil” “ Oiga que soy
un ciudadano” “ Y yo. Un ciudadano guardia civil” “Esto no es fácil para mí. Le
llamo porque como le he dicho cuando he abierto la lata de sardinas en escabeche
no había ni una sardina” “¿Eran de Mercadona?” “Creo que sí” “Pues reclame primero
usted allí si la lata estaba vacía” “Es que no estaba vacía” “Pues dígame qué
había porque ya me va a dejar con la curiosidad a medio cenar” “ Una mano”
“¿Una mano?” “Una mano humana en escabeche. Con su pimentón y su laurel” “¿Está
usted de cachondeo?” “No señor guardia. He llegado a casa a cenar muy cansado.
No tenía gana de cocinar. Me he abierto una lata de espárragos con la que no ha
habido problema. Y una de sardinas donde no había sardinas sino una mano” “¿Se
la ha comido?” “ Pues no . ¿Quien cree usted que soy yo?” “En mi trabajo se ve
gente muy rara” “ ¿Vienen ustedes a levantar el cadáver? “ “ ¿Qué cadáver” “La
mano en escabeche” “ Una mano escabechada no es un cadáver. Suponiendo que
usted tenga razón no pasa de ser un resto humano” “¿No va a venir el juez?” “No”
“Entonces ¿Qué hago?” “Tráigala usted al cuartel y formulamos una denuncia” “
Si lo sé la tiro” “Haberla tirado. Yo habría terminado de cenar tranquilamente
y usted también” “ ¿La mano?” “ Ya me ha dicho usted que no” “¿Entonces voy?” “Sí.
Le espero. ¡Ah! No olvide traer la caja de cartón, porque¿ la mano seguirá en
la lata?” “Por supuesto. Me he dado cuenta enseguida. El escabeche tenía muy
buen aspecto pero me ha dado grima. Una mano humana” “Le espero. Ahora no se
eche atrás” “ En un cuarto de hora nos vemos” “ Tómese su tiempo y yo termino
de cenar. Una vez escabechada su mano no se va a ir lejos” “No creo señor
guardia” “Por curiosidad ¿Se va a abrir otra lata de sardinas?” “ Creo que
tomaré un poco de jamón” “Hace usted bien”.
Quizás hay un ser humano muerto en su despensa. Las latas
estaban de oferta y compró cuatro paquetes de tres. En una habrá un hígado en
otra un corazón, en una tercera dos ojos. En otra medio pie y quien sabe en las
demás. Las va a tirar, pero la policía quizas quiera investigar el contenido.
El transporte es complicado. La lata abierta derrama fácilmente
su contenido que puede estar lleno de evidencias. La coloca en el interior de
un taperware calzada con herramientas del maletero del coche y sale de
Alquerías a Beniel. Quince minutos. “Buenas noches. He hablado con usted antes”
“ El de la mano” “ El mismo” “Aquí esta´” Abre el taper encima de la mesa. “Es
cierto. Tengo que confesar que no le había creído. Voy a redactar el atestado” “Ha
traído su DNI” “Tómelo” “Pase conmigo y firme ahí. El papeleo nos va a llevar
dos horas, y después avisar al forense” “Yo mañana madrugo” “Como todos. Pero
es la ley”. Se escucha un tintineo contra el suelo. Miran hacia atrás. Es la
lata. Se ha derramado. Un gato sale por la puerta del cuartel con la mano en la
boca. En la calle una decena se le unen. “El gato se ha llevado la mano señor
guardia. ¿Qué va a hacer?” “Fregar el aceite del suelo. El escabeche huele bien
pero muy fuerte” “NO va a perseguirlo” “Si hay un muerto está en China. Tire si
tiene más latas a la basura. Si hay más restos ya saldrán y vaya usted en paz” “Buenas
noches” “Buenas noches”
Cuando volvió a casa tiró todas las latas de la alacena. Se
acostó pero no se podía quitar el olor a escabeche de la cabeza. Lo aborreció.
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