martes, 1 de mayo de 2012

VOLANDO A TRABAJAR. La precuela


Estoy magullado. Me he despertado con un golpe enorme. Una caída de tres metros. He dado vueltas y al final he chocado contra algo, supongo que la pared de mi habitación me ha parado.

No me he despertado del todo. Encerrado, apenas puedo moverme. En cuclillas, con los brazos cruzados sobre el pecho y la cabeza flexionada. Desnudo, y yo no duermo así. En efecto se trata de un sueño o de una pesadilla, porque con mi edad ya no es agradable esta postura en un lugar tan reducido. La luz llega pero muy atenuada y desde mi espalda. Me cubre una bolsa. Me rodea una sustancia gelatinosa como la grasa para lubricar.

De espaldas, boca arriba en este cubículo traslúcido. Es una postura de cucaracha si pudiera mover las piernas y los brazos. Con un pequeño giro de la cabeza ruedo. Pero ahora estoy boca abajo con el peso sobre los brazos.

No sé donde estoy. Yo estaba durmiendo. Debería estar soñando. Amanece. Tengo que ir a trabajar. ¿Es que nadie me va a despertar? . Nadie me oye. Nadie puede oírme porque no puedo hablar. La bolsa se pliega sobre mi boca. Tampoco oigo ruidos. Estoy asumiendo que estoy en mi habitación cerca de mi cama pero lo cierto es que no sé donde estoy. Quizás he muerto. Me han enterrado. No, porque me he movido, rodando pero me he movido. Quizás ya solo existo en  los recuerdos de quienes me han conocido. ¿Y si fuese esto la eternidad? Esta cápsula diminuta en absoluto silencio y con una luz tenue, a una temperatura agradable podría ser el cielo. El limbo no porque lo clausuraron.

 Soy una persona nerviosa. Esta quietud me resulta insufrible. Estiro en vano brazos y piernas. Atrapado. Respiro lento. Busco una solución. Respiro lento. Si consigo dormir el nuevo despertar me traerá la libertad. Esa es la solución. Respiro lento. Exhalo muy muy lento.Duermo

Despierto de nuevo y sigo encerrado boca arriba con brazos y piernas plegados. No aguanto más. El corazón palpita. La bolsa me impide respirar. Tengo que salir. Puedo mover el cuello hacia atrás. Tres o cuatro centímetros. Golpeo con la cabeza mi prisión, una y mil veces. Cada vez más fuerte. Sin éxito. Hago girar mi tumba. La inercia de un pequeño movimiento lo golpea contra la pared. Un chasquido. Hay una grieta que no veo. Parte de la gelatina se ha escapado. Vuelvo a golpear con la cabeza hacia atrás. Luz. Luz de verdad y no traslúcida. Necesito salir pero a la vez tengo miedo de lo que pueda encontrar . ¿Y si el mundo ha cambiado?

Tengo suficiente espacio para estirar las piernas. Apoyo los pies contra la base y me estiro. Saco la cabeza por el hueco que ha abierto en mi cascarón. Un huevo. Me han puesto esta mañana. Eso ha sido el golpe. Es mi habitación. Salgo. Me levanto. Al girarme tiro algo. Miro un espejo y a mi espalda hay dos alas enormes de plumas blancas y negras.

Con las alas a las que no estoy muy acostumbrado apenas quepo en la ducha por culpa de la mampara. Me quito los restos viscosos. Barro los restos del cascarón y friego la gelatina. Sobre la marcha improviso dos agujeros para las alas y por primera vez me voy volando a trabajar.

No hay comentarios: