miércoles, 9 de mayo de 2012

PRIMERA VEZ


En el aeropuerto de Barajas, cuando desde el finger vio el avión, le pareció imposible que algo enorme pudiera elevarse del suelo. Lo saludaron cuando entró con una pequeña reverencia y lo encaminaron hacia su asiento, el 14 ventana.

“¿Me permite?” “Disculpe”. Estaba ocupando el asiento de otra viajera. Una mujer de unos treinta años de pelo lacio o planchado y un pecho demasiado firme para su edad. Masticaba chicle como una batidora, se apretaba las manos, las retorcía, se raspaba los dedos y cada poco se secaba el sudor en la tela de la pernera de sus vaqueros. Se dio cuenta de que él la miraba. “Me aterra volar. No se moleste” “Es mi primera vez” “Mi primera vez tampoco tuve miedo, pero fue un viaje con turbulencias y un aterrizaje abortado”.
El avión empezó el rodaje. Se detuvo en la cabecera de la pista. Los motores rugieron “Señores abróchense los cinturones”

La mujer afirmó el dorso al respaldo del asiento. Él miró  por la ventanilla con cosquillas en el estómago. El morro del aparato se inclinó. Ella le cogió la mano con fuerza. Húmeda y fría., como las manos de su abuela cuando murió. Le apretaba. Le clavaba las uñas mientras apoyaba la cabeza, se mordía los labios, el sudor brotaba de su frente y había empapado sus axilas. La mano atrapada le escocía. Las uñas se habían clavado, y sin embargo sentía la emoción del contacto de aquella piel casi muerta. La mujer le agarró el brazo con la otra mano. Él temió decepcionarla por su debilidad. La vio con los ojos cerrados en una tensión de parturienta y le pareció mucho más bella que cuando había llegado.

El vuelo se estabilizó. Se encendió la luz que permitía soltar los cinturones. Su mano y su brazo quedaron libres. La sintió respirar hondo antes de levantarse con dirección al baño.

Se  dirigían a un aeropuerto sin escalas. Podía ser el destino en que les había puesto juntos, o la casualidad. Una oportunidad para un hombre tímido.

Ella se volvió a su asiento. Ni rastro de su agonía. Comenzó en descenso. Él aproximó su tronco ligeramente para acercar su brazo. Buscó un roce de su mano. Intentó palabras que tantearan una cita. Nada.

El aterrizaje fue suave. Aplausos se supone que al piloto o a la fortuna. La mujer se levantó deprisa. Cogió su maleta y abandonó la primera el avión.

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