miércoles, 17 de enero de 2018

EL BANCO

Nacemos solos. Vivimos solos. Morimos solos. Los compañeros de viaje son una anécdota de un camino plagado de obstáculos. Pasos.pasos y más pasos. Saltos sin avance. Giros en línea recta. Carreras lentas. Puntillas pesadas. Talones agudos. Cojera rítmica. Pasos. Pasos. Pasos. Hacia delante y hacia atrás. Pasos estáticos. Profundos y elevados. Quietos. Deformes. Insípidos. Destino incierto. Libre albedrío designado. Angustia serena. Pasos y más pasos. Hasta llegar al punto en el que estás. Sea el que sea. Un punto incierto. Con mil coordenadas de gepeese y señalado por una brújula que gira. Aquí en el fondo del cráter de un meteorito que arrasó mil hectáreas. En la zona cero de una explosión nuclear. En el fondo seco salitroso y polvoriento del mar de Aral. Aquí y ahora donde me han llevado mis pasos. Sólo como nací, sólo como viví, sólo....Los pasos firmes hoy. El temporal. Hará historia. Aunque los meteorólogos son dados a la exageración y el espectáculo. Paso a paso. Llueve. El paraguas hace tiempo que se rindió al impulso del viento. Las gotas de lluvia dibujan ondas en el suelo. La gabardina me mantiene seco de momento. Las perneras de los pantalones de lana se ciñen sobre las pantorrillas. Es una agradable sensación la de disolverse en un temporal. ¿Y si cuando llegase al borde de las rocas ya no quedase nada de mi? Sin dolor , sin sangre, disuelto en el agua del temporal, sazonando o edulcorando los torrentes de agua que saturan los imbornales de los bordillos. Chapotean los pasos. Sigo aquí. Al fondo de la calle la espuma de las olas que rompe en el malecón. Uno o dos metros. Y todavía no ha llegado el altamar. El final de la calle. Cortada. Cintas de policía y vehículos impidiendo el tránsito de coches y viandantes. Me oculto.Me asomo. A la derecha en una terraza del malecón en el mar hay un banco lo suficientemente cerca. Un banco arrasado en otros temporales de menor calibre por las olas. Un banco de tablas de roble. duras. Curtidas por el chapoteo continuo del salitre. Los pasos lo llevan al banco. Sentado. Deslizarse por el respaldo. apoyar la nuca en la curva de su parte superior y sentir el viento y las gotas, dulces de la lluvia y saladas del mar. Abrir la boca. Dulce y salado. Mirar la panza de las nubes preñadas de agua empujadas por el huracán. El ertzaina está demasiado cerca. En una hora vendrán las grandes olas. Al otro lado del malecón unos jóvenes llegan en algarbía. Se acercan al poyo del malecón. El ertzaina se acerca y les increpa. Les conmina a retirarse. Es su momento. Corre. El banco. Puede tocar la espuma con los dedos. El viento lo arrastra. DEbe agarrarse para poder alcanzar la posición. Se recuesta. hace frío. Rayo. Al fondo un mar de espuma. su ola. toneladas de agua que caerán sobre él. Conmocionado si no inerte lo arrastrará la resaca adonde sus pasos lo han llevado. es la hora. El viento le agita los carrillos. Una ola se yergue dos metros delante de él . Rompe en el malecón. Lo empapa pero no lo conmociona. Una ola como otras. Vulgar como los pasos que lo han traído. A su derecha los muchachos que bailan en el poyo sacando burla al Ertzaina. Una ola. se lanza cinco quizás seis o siete metros sobre el poyo. Dos muchachos se paran ebrios. Un rayo los ilumina mientras se protegen con los brazos de la avalancha de agua salada que los desmonta del malecón. Arrastra también a todos los demás y al ertzaina contra la pared del otro lado de  la calle. Un metro de agua en la calle. Espuma. REsaca que se lleva consigo a los dos inconscientes. Siente envidia. Sus pasos lo han conducido al escenario inapropiado. Un remojón . Los chicos le han arrebatado su lugar cuando el agua salada les arranca la vida de los pulmones. El viento ha rolado. Sur. La lluvia para. Las nube se detienen. La espuma sigue pero baja su talla. La resaca se atenúa. Sigue allí cuando de madrugada sacan los dos cuerpos. Sigue allí, pero siente frío y se va. Los pasos, sus pasos se han vuelto a equivocar de coordenadas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Simplemente brillante