martes, 9 de enero de 2018

PISOS DE ALQUILER

Una nueva vida. Decidido. Ruptura total y volver a empezar. Pensó que iba a ser más fácil. Mirar . Visitar y entrar. No. No iba a ser tan sencillo. La mayoría de las ofertas ni siquierea estaban disponibles en el momento de llamar. Otras veces cuando llamaban, estaban menos amueblados de lo que decían o los muebles más deteriorados o en un mantenimiento deplorable. Cansada. Empezar así una nueva vida se le estaba haciendo cuesta arriba. empezaba a pensar que no era tan buena idea. Cuando tienes proyectos tan ambiciosos y las piedras pequeñas te los atropellan te entran ganas de abandonar. Normalmente es así, pero ella no. No conseguiría que nada se interpusiese en su decisión. Puso un radio cada vez mayor hacia la periferia. Los precios bajaban. Las condicones unas veces eran mejores que otras, algunos llegaron a convencerle pero el transporte público era más deficiente conforme te alejabas del centro. La fecha se acercaba.Y estaba como al principio aunque si cabe más decepcionada. Y un día se acostó. Y no miró el móvil. Tampoco miró el ordenador. Ni programó nuevas visitas. Siguió acostada mirando el techo. Inmóvil con la única sensación del colapso del colchón bajo su peso. Con el único ruido de la escasa respiración que necesitaba para seguir casi dormida. Una nueva vida. Una casa. Suya. Aunque fuese una casa pequeña. Se durmió. Quizás varios días.Sueños y pesadillas inmobiliarios. Pisos que se anunciaban de cien metros y había que entrar de lado. Amueblados con dos sillas. Bien orientados... hacia el suelo. Sin ruido...  junto al tren. Bien iluminados ... por las tejas que faltaban por el techo. No se iba a levantar más. Sus ilusiones habían muerto en esa cama, en ese colchón viejo lleno de ácaros sobre un somier de muelles desvencijado. Durmió. Un sueño horrible sin pesadillas con el cuerpo empapado de sudor frío y el pecho aplastado por la opresión de la angustia. Hasta que al final una luz. Blanca. Reflejos perlados que le inducían una gran tranquilidad. Durmió. Sólo durmió Otros tantos días. Desaparecieron los ladrillos, los ascensores, las escaleras, las terrazas, los ventanales, las cocinas, los trasteros y las bombas de calor. Paz. Sosiego y sueño. Lo necesitaba. Quizás. Quizás si seguía así se vería con fuerzas para abandonar la cama alguna vez. Ahora no. Estaba tan cómoda. Y no sentía ningún ímpetu. Ninguna necesidad. Se sucedieron varios días de sol muy hermoso. Se tapó la cabeza con la almohada. Cerró las ventanas y siguió durmiendo. No le gustaba el sol. Después de días de anticiclón una súbita borrasca. Un chaparrón que repiqueteó contra las ventanas. El ruido de la lluvia la activó. NO se había dado cuenta que a lo largo de tantos días había estado desnuda, sin embargo su cuerpo permanecía lampiño incluso en zonas que antes eran hirsutas. Se miró al espejo. Tenía la boca rebosante de babas. No era pasta dentífrica, eran babas claras y espumosas. Se enjuagó la boca, pero por más que se la limpiaba, siempre brotaba de la comisura un hilo de babas. En realidad no le molestaba. Abrió el frigorífico. Había lechuga, acelgas, algo pochas, pero las devoró con fruición. Sorbió el olor a tierra mojada. Por la tarde advirtió un pequeño bulto en la espalda. Se fue a dormir después de haber encargado varios kilos de acelgas y lechugas para el día siguiente. Despertó por la mañana cuando un chispeo reverdeció los parterres que se habían oreado el día anerior. El bulto había crecido. La baba que se suspendía de su comisura se enredaba y se solidificaba en torno al bulto que cada vez era más prominente aunque no le molestaba, incluso encontraba con él y su crecimiento un confort que no llegaba a explicar. Cuatro días después el bulto, con su costra, dejó de crecer. A la vez observó que podía girar la cabeza ciento ochenta grados sin dolor o arrastrar los dedos en flexion dorsal hasta la muñeca  o hacer una trenza con los brazos. Los huesos se habían disuelto para formar el caparazón en que esa noche durmió confortablemente. Abandonó su vieja casa sin despedirse y salió en una noche húmeda a disfrutar entre la verdura de una nueva vida.

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