lunes, 29 de enero de 2018

VINO Y FRESAS.

Habían comido muy bien. En cantidad y en presentación. en sus vientres protruía elexceso y en sus paladares el sabor., los matices de cada uno de los platos. A veces demasiados matices quenublaban el conjunto. Después las copas. Pero él no quería copas ni whisky de veinte años , ni brandy añejo ni combinados. Estaba llegando bien , creía a los ochenta sin necesidad de cambiar de ha´bitos y desde luego ahora no pensaba hacerlo. Siempre lo mismo. Fresas y los restos de vino tinto que pudieran quedar en la mesa. Si no había quedado vino tinto pedia algún blanco afrutado. Bebía lento, paladeando y mordía lento cad una de las fresas. Cunado pladeaba o mordía, cerrada losojos y se echaba ligeramente hcaia atrás. Quedaba ajeno a la conversación de sus compañeros de mesa que no lo molestaban en esos momentos de concentración y se diría que éxtasis. Alguna vez devolvió la copa de fresas porque se la trajeron sin el rabito. Las quería muy frescas, ácidas y con el rabito, y mejor fresones. qu eminúsculs fresas silvestres. Sus compañeros hablaban de futbol, de negociosy de mujeres, mientras que él, cada vez repetía su ritual sentado siempre en uno de los extremos de la mesa. cuando sólo quedaba una fresa, porcuraba que fuese la mayor, la cogía, la acercaba a la nariz y aspiraba profundamente los aromas.Después bebía sorbos y mordía, o más bien se diría que roía para que el placer fuese así más duradero. Al terminar giraba entre sus dedos el peciolo y las hojas verdes como si fuese un molinillo, se cogía con los dedos índice y pulgar las sienes, se las acariciaba. Dejaba el molinillo en el cuenco de las fresas. Bebía a fondo la copa de vino. Abría los ojos. Sonreía y se incorporaba a la conversación con los demás comensales.

"Un día nos tienes que decir por qué tienes esa costumbre casi religiosa de tomarte el vino y las fresas después de las comidas" "Como tú dices es algo casi religioso. Como religioso es una cuestión de fe. Y la fe o la crees o no la crees" "Vamos que no vas a decir nada" "Nada más que lo que he dicho"

No le iba a contar que con ese vino y esas fresas evocaba momentos de su vida que le habría gustado haber detenido. Alguien. Del pasado. Vivencias en común. Intensas. Dulces. Llenas de terciopelo calor y piel. Sudor y olores. Sabores no solo de fresas. Aromas no sólo de vino. Manos. Dedos. Caricias. Mucho tiempo atrás. Intenso. Tan intenso para dejar un recuerdo vívido. Que evocaba con cada fresa y cad sorbo de vino. Pero esos momentos, aunque ya pasados, eran suyos, en exclusiva, y sólo sería capaz de recordarlos con la persona con quien los compartió, y eso, desde hacía seis años dos meses y un día era ya imposible. Si se hubieran fijado, después de la pregunta sus ojos se humedecieron y calló, no porque no tuviera nada que decir sino porque le resultaba imposible articular palabra. Cogió del  plato el peciolo y lo hizo girar como una molinillo de nuevo. Tomó la copa y tragó la última gota de vino. TRago saliva reseca. Y pidió cartar para empezar la partida de póker.

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