martes, 2 de enero de 2018

EL PASILLO

"Enfermera me estoy meando" "Ahí tiene usted la botella" "A mi me gusta mear en el váter.No voy a mear en ninguna botella, y menos aqui que pasa todo el mundo" "Haga usted lo que quiera" "¿Puedo ir al váter?" "Inténtelo. Coja el suero y lo tiene al final del pasillo" "Pos voy para allí. Bájeme la barandilla de la cama que yo sólo no puedo" "Espere, a ver si se va a caer. Llévese este suero. Estoy muy atareada, urgencias está a reventar, si no le acompañaría" "No se preocupe. ¿Al fondo?" "Sí" "Ahora no hay nadie esperando. Apresúrese" Balanceándose sobre cada una de las caderas se acerca a la puerta del baño. Espera. Empuja los muslos contra sí para sujetar la uretra que ha quedado desprotegida después de su operación de próstata. Toca el pomo. Está bloqueado. De vez en cuando algún ruido en el interior. Después silencio de quien se sabe observado en su intimidad. El anciano que se mea. Alguna gota que se escapa. Necesita una alternativa. La botella no. Regresa a su cama. No recuerda donde está . Avanza hasta el fondo de un pasillo donde todas las camas están ocupadas. Al fondo a la izquierda una puerta contraincendios.Alguien la ha bloqueado para que no se cierre. Algún fumador furtivo. Se apresura. Sale. Hace freco. Camina junto a la pared del hospital. Cuando cree que tiene suficiente intimidad se saca la chorra y mea. Le cuesta comenzar. Respira, vuelve a respirar. Contrae el abdomen. Lo relaja. Y siente el alivio. Va descalzo, inevitablemente se chapotea los pies. Suspira: Hace frío y regresa. La puerta está cerrada. "Cagüendios con lo a gusto que me quedao" Llega una ambulancia con todas las luces a toda marcha. Abren por detrás. No puede evitar olisquear. Un paciente intubado. El médico que asiste al paciente intubado, tiene el tubo tapado, con el pulgar, lo ha visto claramente. No es médico, no es joven y nunca fue muy listo, casi no tiene estudios, pero si a un tío le pones un tubo para garantizar su respiración, si tapas el tubo con el dedo el tio no respira. Además el médico ha hecho el gesto de verse sorprendido. Conecta ahora sí el respirador. Una enfermera lo mira al entrar y mira de reojo al paciente, cierra la puerta tras ellos y mira al anciano que busca las sombras para ocultarse. A los quince minutos sale el médico de la ambulancia. Enciende un cigarro y se aleja de las luces de la puerta. Poco después sale la enfermera que cerró la puerta. Disimula con los brazos cruzados. Zigzaguea. Distingue al médico. Sigue en su zigzag hasta situarse junto a él. Le saluda como si fuese algo fortuito, pero enseguida toman un tono de conversación amigable pero que se va agitando con el tiempo. El frunce los labios. Niega. Ella se calla y lo mira fijo. El extiende dos dedos y roza los suyos. SE abre la puerta de urgencias.Sale el conductor de la ambulancia. Lo miran. El paciente ha muerto.El médico y la enfermera se miran. Resoplan con alivio y se cogen de nuevo dos dedos de la mano. El anciano los mira fijo.Ellos lo miran. El médico se ha puesto nervioso. Mira a la enfermera. Ella mira al anciano y se cruza el cuello con la uña. El anciano ha comprendido. Se gira y toca al cristal de la puerta por la que ha salido. Un residente lo ve. Le abre y lo conduce a su cama del pasillo de urgencias. Se acuesta y mira a los dos lados. No vienen a por el.No cuelga el suero.Lo oculta debajo de la almohada. Va a llamar a la enfermera. Tiene que alertar a las autoridades del crimen que ha presenciado, pero es inútil. Con diagnóstico de Alzheimer nadie lo va a creer, de hecho él ya está dudando de si ha visto algo. Tiene ganas de orinar. La enfermera no le dijo al final donde estaba el baño.

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