martes, 30 de enero de 2018

LA SEQUIA

Nadie recodaba en el pueblo que se pudiese llegar a pie haasta la antigua iglesia, despues de que l cierre de las exclusas del pantano anegara el valle. Pocos de los residentes recordaban el camino de la pequeña colina quesustentaba la iglesia. En el pueblo se debatían entre los que se alegraban de ver el lugar en que nacieron ellos o sus padres como un renacer y los que consideraban que emerger algo de lo que el agua había tomado posesión no era más que un mal presagio. La posibilidad de caminar por el fondo de un lago, caminar donde las carpar y barbos nadaban, pisar el tarquín reseco era una experiencia que no quería desperdiciar. Obsevar los estragos del tiempo en un pueblo sumergido erauna experiencia que no iba a desperdiciar. Se levó al perro, un mil leches superviviente que adoptó a principios de verano, cuando llegó a la aldea. El primer tramo del camino era irreconocible. Una vaguada que rodeaba al pueblo antiguo. Tuvo que marcar con una bara los sitios en que el barro teníauna profundidas que podría si no engullirlo sí inmovilizarlo. Pasado el punto más declive, sí se veían lo shitos  que zigzagueando conducían al centro del pueblo, la iglesia vieja. El sol había oreado el tarquín que se cuarteaba sobre las piedras de río que a modo de adoquines dibujaban el camino. Llegaron a la plaza. Laspuertas de la iglesia habían sido expoliadas, así como las gárgolas y cualquiera de las figuras. El perro se quedó atrás con el rabo entre las piernas. Lo llamó, pero lo esperó justo en el borde de la entrada a la plaza. El sol se había puesto en el pico al oeste del pueblo. La temperatura bajó cuatro  o cinco grados con las sombras. A su alrededor de forma anárquica de un tincón o del otro comenzó a escuchar crujidos. Cada uno lo sobresaltaba. El cambio de temperatura, las maderas de las estructuras que aun permanecen en pie que se secan. El perro huyó. Los crujidos seguían. A punto estuvo de huir el también, pero le pudo la curiosidad de visitar la iglesia, la que había sido catedral de la comarca. En lo alto de la torre,los restos de un nido de cigueñas.  con las ramas amasadas por el barro. Desde la puerta expoliada contempló el atrio, el vbarro y los restos de algas y bazuras contemporáneas dispersos. Se volvió. A su espalda se movió una sombra. Miró su destino y no había nada. De nuevo a su esplada sintió un movimiento. Juraría otra sombra pero no había nadie. Solo el. De las casas salían ruidos, ya no crujidos sino pisadas. SE acercó a una  de las casas. Los cristales rotos. La mdera podrida. Un ruido de pisadas y un tintineo. Miró y un viejo balancín desvencijado se movía. El viento. El viento tan fuerte que no movía ni las hojas más menudas. Hay alguien ahí. Hay alguien. Entró la casa donde había escuchado. ¿Hay alguien? Y escuchó su eco . ¿hay alguien? pero pronunciado por mil voces. Y a al final como un susurro. No tuvo respuesta. Salió de espaldas sin tropezar. En la plaza volvió a encarar la iglesia. Al fondo a la derecha al uz parpadeante de una vela. Avanzó. por el pasillo central. Dspacio.  Mirando a ambos lados. La luz escaseaba. Sin embargo lo que era un simple luz se fue extendiendo a todo el altar. No era una vela sino una suerte de fosforescencia por el efecto de la oxidación del granito o algún alga. El brillo se intesificó. Refulgía y lo encandilaba. La luz de la iglesia lo cegó. Escuchó un órgano y plegarias en latí. Las campanas tañeron apesar de sus melenas podridas, tañeron a muerto. De nuevo los cánticos. y el brillo. En el altar una sombra en una iglesia sin cruces. Risas y canticos. Carccjadas de espaldas en el altar una figura sin sotana sin sandalias, caminando o saltando sobre pezuñas finas. La figurase giró y vio sus ojos rjos. Corrió hacia la puerta que se cerró. Truenos y rayos. El cielo se abrió en una lluvia torrencial como nadie había visto. El pantano que había estado seco tuvo que aliviar agua. Semans después cuando el agua se aclaró enviaron buzos en su busca. Imposible entrar en los edificos sumergidos. Demasiado peligroso. habría que esperar otro año de sequía quien sabe si en cinco en diez o en cincuenta años.

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