jueves, 13 de septiembre de 2012

BRICOLAJE


Adhesivo de montaje rápido, tan rápido que permite pegar objetos en el techo o las paredes. Olvídese de las púas lees en el expositor. Terminas tus vacaciones. Vas a aprovechar para acercarte a la playa para poner algunas cosas. En setiembre ya no hay gente. Te gusta ver el mar con la tranquilidad de la soledad. Piensas por un momento la cara de satisfacción de tu mujer cuando has salido. No se lo podía creer. Bricolaje. Voluntario. Tú que has tenido años cuadros apoyados en la pared y nunca has encontrado el momento de juntar la broca con el percutor. Hace un buen día. Sol. Calor. Un poco de viento. Abre con llave la puerta de la calle. La cierras a tu espalda. No hay ningún coche aparcado en los aledaños de la urbanización. Vas a tomar el ascensor pero desistes. No quieres ni pensar que dejase de funcionar. Son sólo tres pisos y gracias al adhesivo con que vas a restaurar algunos alicatados el peso que acarreas es bastante liviano. La casa huele a húmedo y a cerrado. Abres un hilillo la ventana para evitar la corriente. Extiendes un mantel viejo y unos periódicos para no manchar nada. Si no manchas no tendrás que limpiar. Coges el cilindro del adhesivo. Lees las instrucciones. Se debe montar en la pistola metálica para aplicarlo de modo progresivo. Debes limpiar de polvo y restos las dos superficies a adherir. Advierte sobre su ventaja: es muy rápido. Buscas la pistola en el armario de la galería. La regalaban con dos cartuchos de silicona que no llegaste a usar. Retiras el émbolo y lo ajustas a la parte posterior del cilindro. Cortas con un cúter la  punta y le pones el aplicador. Coges la primera baldosa. Aprietas el gatillo de la pistola varias veces y la base del cilindro no se mueve y su contenido no sale. Retiras el émbolo para volver a comenzar. Lo vuelves a intentar y falla en el avance. Quitas el capuchón con la intención de recortar un poco más, quizás se haya secado en el interior del conducto. Aprietas en la base. Recortas un poco más. Vuelves a apretar. Introduces en la punta una púa. Con el estímulo, toda la presión que había acumulada en el interior del cilindro estalla y un chorro de adhesivo te salta directo a la cara. Lo esquivas, pero tu agilidad tiene el precio de perder el equilibrio. Caes y apoyas la mano. No te has hecho daño afortunadamente, podrías haberte roto la muñeca. Has tenido suerte. O eso crees. Intentas levantarte  pero no puedes. Tu mano se ha pegado al suelo. Has caído sobre el pegamento derramado. Tiras pero te arrancarías la piel o incluso el brazo. Apoyas la otra mano para hacer más fuerza. Te vuelves a resbalar en los periódicos y apoyas la mano sobre el adhesivo. Ahora tienes las dos manos atrapadas. Por más que tiras no te puedes soltar. Estás atrapado con tu propio adhesivo sobre el suelo de tu casa de la playa en setiembre. No gritas porque nadie te va a oír. No tienes otra que esperar avergonzado a que alguien venga a rescatarte. Son las nueve de la mañana. Tu mujer regresa del trabajo a las seis de la tarde comprobará que no estás. Esperará unas horas y hasta la hora de la cena no echará de menos tu falta. Tratas de controlar tu organismo. Intentas buscar una postura, pero con las dos manos pegadas boca abajo ninguna es confortable. Tienes ganas de orinar. Siempre que te pones nervioso. Te concentras. No puedes. Aguantar hasta la noche.  A mediodía suena el teléfono. Alcanzas a ver la pantalla, es la foto de tu mujer. Suena tres veces y cuelga. Pensará que estás comiendo y que te has dejado el teléfono. Tienes los brazos dormidos. Las muñecas se te están inflamando. Si te duermes el dolor punzante de los brazos dormidos te despierta.

Te has meado. Te has dormido quince minutos y el sueño te ha traicionado. No deja de ser un alivio de la presión del bajo vientre. A media noche gira la llave. Menos mal que no has dejado la llave puesta. La luz se enciende. “¿Qué haces ahí?” “Me he quedado pegado ayúdame. Llama a los bomberos” Ella suelta una carcajada“ Los bomberos no. Voy a los chinos a comprar disolvente” “NO me dejes sólo que estoy cansado” “No te dejo solo. He venido con mi hermana y mi cuñado que se van a quedar contigo”. “¿Cómo estás?” “Estupendamente” “¿Funciona la tele?” “Sí” “Hermana no tardes” “Media hora”

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