lunes, 17 de septiembre de 2012

El BARQUERO


“Esto es un fórmula uno” “Un fórmula uno no, pero tecnología fina sí” “Tienes un montón de pilotos. Debe ser muy complicado manejarlo” “En absoluto. La mayoría son testigos. Para ponerlo en marcha sólo tengo que darle a este botón para el encendido. Este otro para comenzar a dar presión a las bombas hidráulicas. Este otro para abrir la caja de los viajeros. Con este la cierro. Este otro lo pone en marcha y este más alejado me confirma la marcha.  Y este asa que es la parada de emergencia. Está todo numerado” “Pero es alucinante. Pero para desmotar esto .¡Tela!” “Es lo más fácil de todo. Ahí donde lo ves, la atracción no es más que un camión con la cuba desplegada y el mástil donde engancha el eje es esencialmente una grúa enorme. SE pliega solo y se vuelve un camión. Es muy rápido” “Como un transformer” “Exacto” “¡Qué chulo! Mi abuelo y yo tenemos que darnos una panzada de montar perno a perno para que todo esté listo, y asegurar cada coche y cada coche con sus cables, y si se rozan, que se rozan mucho en invierno a final de enero que no tenemos ferias los pintamos. Tírale líneas con el pincelito. Acabas con los riñones destrozados” “Desde luego es mucho más incómodo. Pero” “Pero nada. Es mucho más incómodo. Ya quisiera yo tener una como estas en vez una rueda de caballitos, pero hasta de segunda mano tienen que valer una pasta” “Mucho” “Pero qué gozada” “Sí” “Bueno. Muchas gracias por enseñármelo. Si quieres luego te invito a algo” “No hace falta. Ha sido un placer. Si quieres un día te dejo manejarlo” “Jo tío. Sería lo más grande” “Pues te pasas un par de días y un día que libre me dejas tú a mi en la tuya” “¿Qué interés vas a tener tú en una rueda de caballitos”

Sí, sí que me interesa manejar una rueda de caballitos. Yo soy feriante. Hijo y nieto de feriantes. La feria, los viajes, los chiringuitos, la música, las luces, los papelillos y los fuegos artificiales han sido nuestra vida y nuestra muerte en accidentes o por puro cansancio como mi abuelo que sólo salió de su rulot en la ambulancia que lo llevó a morirse al Hospital Reina Sofía en Córdoba. Ni cama le pudieron dar. De la observación a reanimación, de un sitio a otro como había vivido. Mi padre y  mi abuelo fueron feriantes. Yo soy hijo de feriantes pero yo soy un cajero de un banco. La atracción es una empresa, con acciones, dividendos amortizaciones y desgravaciones. Las decisiones de esta empresa ya no se toman mientras lo montas y lo desmontas, si la gente ha venido o no, si el tiempo a acompañado o ha llovido cada día sino en una reunión de la sede social, donde la voz cantante la lleva mi primo el economista con su máster de ESADE que no ha pisado ni una feria. No sé lo que soy y lo que soy no me gusta por muchos botones de colores que tenga en mi cabina o por la cantidad de vatios de música que lance al exterior. No me satisface tener acciones de un bulldozer. “Oye” “Decidme” “Queremos ocho entradas” “Lo siento es hora de cierre la máquina se ha desconectado” “Venga. Se acaban las fiestas. Somos ocho danos una vuelta” “No es que no quiera. Es que se ha terminado chicos. La máquina está programada para pararse a esta hora. Esto gasta mucha energía para estar encendido en balde” “Pues nos vamos a los caballitos” “Lo siento”

“Abuelo está usted echando la lona. No lo molestamos” “¿Qué queréis?” “Se acaban las fiestas. Vamos chispadas como piojos no se lo vamos a negar pero nos apetece mucho darnos una última vuelta antes que acaben las fiestas” “Coño. Montaros que yo también he sido joven” “Abuelo. Que estamos cerrando” “Coged caballos. Y tú también. Deja de recoger. Mira que chicas tan guapas. Las niñas bonitas no pagan dinero” Y puso a todo volumen al montar la barca me dijo el barquero las niñas bonitas no pagan dinero. Las muchachas reían . Su nieto reía. Él cantaba a carcajadas mientras bebía tragos de un bote de cerveza. Enfrente, con las luces apagadas un transformer tomaba la forma triste de un camión. En la cabina un muchacho los miraba, las risas y los caballitos viejos y repintados que subían y bajaban.

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