lunes, 3 de septiembre de 2012

LA CLÍNICA


“Buenas tardes Antonio López y María García ¿verdad?” “Sí somos nosotros” “Tomen asiento que inmediatamente pasan a la consulta” “Es su segunda visita” “sí” “Hoy sólo pasará su señora” “¿No puedo pasar?” “No. Perdone señor López pero es el protocolo” “No me parece bien” “Cuando tenga usted su bebé verá como sí está de acuerdo con nuestros métodos” “¿En qué consiste la consulta de hoy?” “Como les explicamos en la visita anterior, El esperma que analizamos tiene muy baja motilidad, con eso es muy poco probable que usted quede embarazada. Como comentamos recurriremos a donaciones de esperma” “Pero no me contagiarán nada” “No señora. Nuestros donantes tienen una salud perfecta” “Y no será ningún mindundi, mi esposa y yo somos universitarios, tenemos una posición social” “No. Su CI es como mínimo un treinta por ciento superior a la media y de una presencia razonable. No aceptamos a cualquiera. Me acompaña señora” “No hay que firmar ningún consentimiento para el anestesista” “No no es necesario” “Cariño ahora nos vemos” “Adios amor”.

“Hola doctor Amor. Aquí le presento a la paciente, doña María García. Hasta luego señora. Les dejo solos” El doctor se da la vuelta. Es un hombre de unos treinta años. Moreno de ojos claros de complexión atlética y labios gruesos que frunce mientras la mira. El pelo anillado deja entrever unas orejas pequeñas. Sonríe y María García, a solas con ese hombre a sus treinta y nueve, se azora. El Dr Amor se levanta. Algo más de ciento ochenta centímetros. La bata entreabierta. Una camisa de algodón que entra perfectamente sin una arruga en unos pantalones de vestir sin pinzas. Se sitúa a su espalda. Le pone las manos en los hombros “¿Qué tal María?” “Un poco nerviosa la verdad” “Relájese” Tira de la cinta de las persianas de láminas. Con dos dedos mira al exterior por un resquicio del ahumado del cristal. “Su marido está muy dejado. Usted es mucho más guapa” “Sí. Antes era delgado pero …” El doctor desciende su masaje por los hombros arrastrando casi sin que se note las cintas del sujetador “Doctor Amor ¿Qué está usted haciendo?” “Es usted muy hermosa” “Doctor que soy una mujer casada” “Por eso ha venido usted a mí. Vamos aquí al lado que vamos a estar más cómodos” La coge en brazos y la lleva a un diván.

“Quiere una revista señor López” “No. Prefiero pasear. Estoy muy emocionado pensando en mi hijo” “También podría ser una niña” “Es igual. Y qué porcentaje de éxito tienen” “Un noventa por ciento” “¿Cuántas sesiones son necesarias” “ Normalmente tres o cuatro pero a veces hasta diez” “En esta clínica por lo menos mi mujer no se tiene que poner estimuladores de la ovulación” “Con nuestro método no es necesario” “Tendría que haber pasado. Lo estará pasando mal ella ahí sola. Se pone muy nerviosa” “Nuestro equipo es muy bueno relajando a las pacientes. Estamos muy entrenados” “Oiga. ¿Sería posible ver una foto del donante?” “No. Tenemos que guardar absoluta confidencialidad” “Si sólo es por hacerme idea de la cara de  mi hijo” “Será guapísimo créame” “Están tardando” “Es lo normal. El doctor trabaja con las pacientes de un modo muy meticuloso. Ya salen”

“Entonces doctor Amor la siguiente cita es el martes próximo” “ Si señora, como hoy” “María ¿y si te has quedado ya encinta?” “Tengo que venir igual. Es una revisión obligada” “Señora un placer. Señor hasta la vista” “El placer ha sido mío doctor hasta el martes”

“Te veo muy bien” “Es que cuando una es bien atendida” “Sí. En la clínica son muy profesionales” “Mucho. Me ha dicho el doctor que hasta dentro de quince días no podemos tener relaciones cariño” “Pues si lo ha dicho el doctor, él tiene más experiencia”

No hay comentarios: