lunes, 10 de septiembre de 2012

HASTA QUE LA MUERTE


“Ha sido un desastre” “Como siempre” “Pero un avión no se estrella todos los días” “Como siempre. La muerte siempre es la muerte con olor a podrido o a quemado, mucho silencio y después lágrimas, y a veces ni eso” “Jefe no creo que sea usted tan frío” “No lo soy. Es mi trabajo. Tengo que buscar pistas de lo ocurrido, si ha sido una negligencia del piloto o del mantenimiento en tierra, un defecto de fabricación, un vicio adquirido con el uso o un sabotaje o simplemente una acumulación aleatoria de desgracias que se han unido en un momento fatal del tiempo. ¿Sabes lo que me impresiona, qué me supera aunque permanezca sereno?” “No” “Los heridos. Los vivos que temen el trance de la muerte y gritan o guardan silencio. Eso, pero los muertos. Los muertos callan. Lloran sus allegados, pero a esos yo no los veo?  Pero dejémos de filosofar. ¿Cuántos muertos tenemos?” “ Noventa y seis o noventa y siete” “¿Noventa y seis o noventa y siete?” “No lo sé” “¿Hay algún herido grave o moribundo?” “No hay heridos” “Entoces si hay restos dispersos de cadáver, toma muestras de ADN de cada uno de ellos. Después si no quieren o no tienen presupuesto que no lo procesen, pero que no nos pase como a los que hicieron la identificación de los cadáveres del Yacolek que se estrelló con militares en el Cáucaso” “No señor, no hay fragmentos que no podamos identificar. Tenemos noventa y siete cadáveres achicharrados” “Y si tienes noventa y siete, por qué reduces las víctimas a noventa y seis. ¿Quieres volverme loco?” “Los cadáveres están contados. Han muerto abrasados atados a su asiento. Ha sido fácil el recuento pero nos sobra uno” “¿Sobra uno? Pues tíralo a la basura. ¡cómo te va a sobrar uno! ¿Es que estoy rodeado de ineptos?” “Aviación civil ha cotejado la tripulación, la lista de tarjetas de embarque y la grabación del finger de entrada y del entorno del aeropuerto. Para ellos el pasajero de la 23 E no existe” “Y la caja negra” “Nada raro hasta que el piloto no controla la fuerza de los motores. Ninguna referencia a un polizón” “¿Has recogido una muestra de la dentadura además del ADN?” “Está hecho” “Si no hay otro remedio esperaremos a que alguien denuncia su desaparición”.

“Jefe, se acuerda del cadáver que quedó sin identificar del accidente aéreo” “Claro” “Hay una novedad” “Al grano que esto no es una novela negra” “La mujer ya estaba muerta al menos cuarenta y ocho horas antes” “¿No insinuarás que un asesino se lleva el cadáver de su víctima en un vuelo comercial repleto de pasajeros y tiene la mala suerte de que se estrella?” “No. La mujer falleció por las metástasis de un tumor” “Entonces se la llevaban ya muerta sentada para ahorrarse el ataúd de zinc. ¡Esta crisis!” “ Jefe se me antoja poco probable” “Que revisen esa información y si se confirma pide una orden al juez para tener acceso a los certificados de defunción de esos días”

“Ya tengo los resultados preliminares. La necropsia confirma los resultados preliminares y nos da una edad aproximada de cuarenta años. En esos días  murieron en la región diez mujeres de esas características, tres de ellas de alrededor de cuarenta años” “¿Historia dental?” “De dos de ellas” “¿Y?” “Una coincide con la mujer no identificada del avión siniestrado” “¿Quién es?” “La esposa del pasajero del asiento 23 F” “Un cadáver junto a su marido que muere en un accidente. Sigue sin cuadrarme, aunque elogio tu trabajo” “Y menos que le va a cuadrar” “¿Queda más?” “ En el cementerio donde estaba enterrada” “Supuestamente” “El sepulturero asegura con la foto que conseguimos que era ella. El mismo sepulturero escuchó un chasquido o un chirrido al anochecer cuando terminaba su labor de mantenimiento del cementerio. Se acercó a inspeccionar. La lápida estaba movida y dentro de la fosa la caja estaba abierta y vacía. Puso denuncia ¿Sabe lo mejor?” “Me lo temo” “La hora estimada de la supuesta profanación” “¿La misma del accidente?” “SÍ”

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