martes, 4 de septiembre de 2012

REDUCCIÓN DE JORNADA


Luis se consideraba un hombre afortunado. A los diecisiete años cayó con su moto al río que iba crecido. Las aguas lo arrastraron. Apareció un barril flotando con dos asas a los lados. Se pudo agarrar y salvó la vida. Su abuela le insistía que había sido su ángel de la guarda. Él se reía. Su abuela le insistió que intentase ser un hombre justo y su ángel de la guardia no le abandonaría, que todo lo que se siembra se recoge. Se reía  mucho de la superstición de su abuela pero sí que intentó siempre actuar de un  modo lo más honesto posible. Así puso una pequeña tienda que luego amplió y después otras tres más. Trabajaba mucho pero la vida le correspondía.

“Luis te llama el asesor” Se quitó el guante de cota de malla para cortar la carne y se acercó a la oficina. “No me digas que tenemos encima otra paralela” “No Luis. No te llamo por eso” “Pues si no es Hacienda me dejas tranquilo” “Luis tienes que espabilarte” “Para eso me haces dejar el puesto, para decirme tonto” “Tonto no Luis. Demasiado bueno y sabes lo que pasa con los buenos” “Es que lo está haciendo todo el mundo” “Tengo a mi gente mucho tiempo. No les puedo hacer eso” “Has bajado la facturación un veinte por ciento” “Pero queda algo en la caja” “con la reestructuración te quedarían en la caja seis  mil euros más al mes” “Es mucho” “Sí. ¿Cuándo nos reunimos con tus empleados?” “El lunes que es el día más flojo a las ocho y media”

“Hola sentaros por favor. Sabéis por los medios que la crisis nos está atenazando a todos” El asesor veía rostros silenciosos. Había llegado el momento que temían. El momento que llegaba una por una como un plaga a todas las empresas de pueblo. “Las ventas han bajado eso lo veis, la gente compra menos y más barato. Si esto sigue así Luis va a tener que cerrar” Un silencio calculado para mirar otros silencios “Pero Luis quiere seguir y quiere seguir con vosotros” “Más horas no podemos echar” “Lo sabemos. Trabajáis mucho. Sólo se trata de una modificación del contrato. Vosotros seguís igual, pero lo firmado es un contrato de media jornada” Ahora es Luis el que mira a otro lado pero son seis mil euros cada mes. Ahora gana dinero pero la economía no tiene visos de mejorar. Será una situación temporal” “¿Y si alguien se niega?” “Me extraña que alguien se niegue”.

“Ya está Luis” “No me quedo a gusto” “Son seis mil euros, pero si no quieres no cambio los contratos. Seis mil euros Luis” “Hecho está que llevo mucho trabajado” “Cuando la cosa mejore pues según se vayan portando los contratas más horas” “Vale” “Que descanses” “No sé”

Luis tenía la cabeza a más revoluciones que el motor de su Mercedes. Cerró el supermercado. Se llevó la recaudación y condujo por la autovía hacia su casa. No había sido un hombre justo. Lo sabía. No iba a dormir y le subiría la tensión. Sólo tenía que marcar en el manos libres el teléfono del asesor y revocar la orden. Seis mil euros al mes es mucho. La rueda de atrás del coche se deslizó. Frenó. A la velocidad que iba el coche hizo un trompo completo, le sobró inercia y se salió de la carretera dando vueltas de campana. Perdió el conocimiento. Cuando lo recobró se encontró magullado boca abajo pero con las piernas atrapadas con el salpicadero. El agua del río le tocaba el cogote y estaba lloviendo mucho. Buscó el móvil y no lo encontró. Se acordó de su ángel de la guarda que una vez lo salvó, se acordó de su abuela tienes que ser un hombre justo. El ángel de la guarda, con la crisis también estaba en reducción de jornada. Seguía diluviando. No podía moverse. Esperó.

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