martes, 11 de septiembre de 2012

LA CUEVA DE HÉRCULES


El primer día no había sido bueno. El aterrizaje en el aeropuerto de Tánger casi les permitió tocar los granos  de arena que de Norte a Sur se extendían casi hasta el horizonte. Hacía calor en la península y en Marruecos. Un taxi, un Mercedes antiguo con la vibración de los motores diesel les llevó al hotel. “Estoy deseando darme un baño” “Sin deshacer la maleta bajamos a la playa”.  En la habitación miraron hacia el mar. El espigón del puerto, camellos y caballos en una playa inmensa de arena blanca. Desde el malecón hasta el agua no menos de trescientos metros.”Hay un problema amor” “Me estoy poniendo el bañador” “Yo no voy a bajar” “Hace mucho calor. Hace un momento te apetecía” “Mira la playa” “Magnífica” “¿Quien hay?” “Gente. No mucha porque ya es setiembre” “No veo ninguna mujer ni siquiera en bañador y yo sólo tengo un bikini y muy pequeño pequeño. Las pocas mujeres que hay van completamente vestidas” “Ellos tienen sus costumbres” “No me voy a encontrar cómoda. Bájate tú si quieres” “No me hagas esto” “No me gusta sentirme observada” “Vale pues yo tampoco bajo. No te preocupes. Lo entiendo” “¿Qué hacemos?. La medina la vamos a visitar mañana” “Vamos a la cueva de Hércules” “¿Una cueva?. Las cuevas son todas iguales” “Viene en todas las quías. Tiene que ser interesante” “No me apasiona pero vamos”

Tomaron un nuevo taxi idéntico al anterior pero con la puerta delantera que sólo se cerraba con la ayuda de un cordel. Les dejó a la entrada de un camino que se abría en una plaza, desde cuyo borde se veía el mar veinte  metros más abajo. Entraron en la cueva. Lo más espectacular de la gruta era que se abría al mar y la forma en que lo hacía remedaba el perímetro de África. Por turnos unos niños hacían un salto suicida desde seis metros de altura a una poza no más ancha que un brocal. “Esto no es más que una cueva” “Bueno pero de camino hemos visto el paisaje, nos hemos mezclado con la gente. Mira qué buena pinta tienen esas sardinas. Las acaba de hacer a la plancha” “¿Has visto la cantidad de moscas que hay alrededor?Y no se ve a través de los cristales del expositor” “Pero están asadas. Eso no puede ser malo” “Te he dicho que no lo voy a probar” “Propón tu algo” “No sé. Tú organizaste este viaje” “Lo organizamos los dos” “Me gusta complacerte” “O sea que me reconoces ahora que no te apetecía venir aquí” “No es eso, pero para playa prefiero La Manga o si quieres Altea o Benidorm” “¿O Ibiza?” “ Sí Ibiza habría estado bien” “ Y me lo dices ahora. El primer día del viaje cuando nos queda una semana” “No todo va a ser malo” “Empiezo a pensar que ha sido un error venir aquí, o mejor dicho venir contigo” “Ahora te estás pasando” “No me estoy pasando, de hecho creo que tú también habrías preferido no venir” “No pongas palabras en mi boca” “No son palabras, son hecho, son gestos. Uno no está feliz si no está con la persona con quien quiere estar” “Estás sacando las cosas de quicio porque no me gusta el aspecto de unas sardinas” “No es sólo  eso. En el avión no me has dirigido la palabra ni me has mirado.  Cuando te he hablado te has hecho la dormida. Y desde que hemos llegado… hemos estado en sitios infinitamente más sucios y has estado a gusto. Quizás con quien no quieres estar es conmigo. ¿Te callas?” “No me callo. Te voy a hablar y muy claro. Quiero irme a casa. Este viaje no ha tenido sentido. Tú querías arreglar algo que ya no tiene arreglo. Pero no tiene sentido. No pretendas culparme. Ahora lo veo claro. Si mañana encuentro un vuelo regreso. El viaje ha terminado, por lo menos para mí” “¿No nos vamos a dar una última oportunidad?” “Era ésta la última oportunidad y ha pasado” “Lo siento” “Yo no. Es lo mejor, Al fin el del viaje ha sido un dinero bien invertido” “Lo siento” “Volvamos al hotel que tengo que buscar vuelos".

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