sábado, 23 de junio de 2012

LOS PANES Y LOS PECES


“Veinticinco kilos” “¿Tanto?” “Pasa en cinco kilos el límite” “Son veinte euros el kilo que tiene que abonar en el mostrador de Ryan air del fondo a la derecha” “Cien euros es mucho” “Usted verá lo que hace pero  decídase porque hay muchas personas esperando” “Disculpe”

Dejar la maleta en el suelo. Abrirla con el cuidado que exige no mostrar las vergüenzas de una maleta de vuelta. Minifalda. En cuclillas. Al agacharse nota el desgarro de la media. Se le están viendo las bragas. Se inclina. El escote de su camiseta muestra algo más que el canalillo. Palpa la maleta a medio abrir. No puede sacar los perfumes que ha comprado en el outlet porque acabarían en la basura. Mira a un lado y a otro. Coge un montón de bragas usadas que  mete en los bolsillos laterales del bolso. Unos zapatos de plataforma. El abrigo es muy pesado. Debe ser suficiente.

“Veinticinco kilos” “No puede ser he sacado más que esos kilos que sobraban. Compruébelo” “Señora veinticinco kilos. Ya le he indicado donde está el mostrador . Le entregarán un recibo que debe traerme” .

Vuelve a mover la maleta que en en efecto parece no haber perdido ni un gramo. Ahora suda. El esfuerzo y los nervios. Se huele a sí misma. Nota como crecen los rodales húmedos debajo de sus axilas. Pronto el rímel se extenderá por la mejilla, el maquillaje ya tiene churretes. Toca el interior de la cremallera. La bolsa de aseo. El gel. No es muy caro. Tampoco el champú. A la botella de perfume le quedan unos milímetros en el fondo. Se mete dos cinturones en los bolsillos. Se quita el abrigo y viste otro jersey , por lo menos así no se verá el sudor aunque sude más.

“Veinticinco kilos señora. Déjelo. El mostrador está al fondo a la derecha” “No. Esto es imposible. Míreme su báscula está rota” “Señora está funcionando perfectamente todo el día” “Acabo de hacer una prueba con un peso tasado. Es muy exacta y no está estropeada”

El pelo se le está desordenando de tanto cambiar de postura. Los rizos inferiores de su melena se han empapado y están pegados al cuello. El rímel se distribuye en regueros flanqueados de maquillaje. Se vuelve a agachar. Después se quitará las medias, la carrera ya es enorme. Le duele la cabeza y siente náuseas. Saca el secador, la depiladora, la plancha y el Whisky que había comprado para su  marido del que ahora sabe que se va a divorciar y los tira a la papelera.

“Veinticinco kilos señora. Su vuelo va a comenzar a embarcar” “¡¡No!!” 

Da una patada a la maleta que sigue siendo igual de pesada. Se agacha. Va a abrir la cremallera. Mira al cielo Cierra los ojos. Respira. En el canto interno de sus ojos dos humedades. Su mentón se frunce en pequeños espasmos. Se da la vuelta.

“¿Dónde me dijo que está el mostrador de Ryan Air”


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