lunes, 25 de junio de 2012

EMBARAZO DE RIESGO


“Estoy embarazada. He empezado a manchar y mire. Pensaba que era un coágulo, es del tamaño que una habichuela pero es un fetito” “Ha perdido usted a su hijo” “Pero me ha parecido verlo moverse” “Señora con dos centímetros es imposible” “¿Qué va a hacer con él?” “Enviamos los restos al patólogo para que los mire al microscopio” “Pero si se mueve. Mire que llevábamos mucho tiempo buscando” “Señora lo siento”

La mujer gime. El ginecólogo sostiene entre los dedos el pequeño ser. Detrás una residente mira a la señora, mira a su adjunto y mira al feto. Se acerca. A ella también le parece que el feto se mueve. El adjunto lo echa en un frasco con formol y sale. Le dice a la residente que haga la petición informática del análisis de los restos. La residente mira el formol. El feto se mueve. Lo saca y lo pone debajo de agua tibia. Mueve cuatro minúsculas extremidades.

“Tome señora. Yo creo que sigue vivo” “Démelo. Antes estaba tan a gusto, pero el otro señor no me ha dado opción”

Se sube la camiseta. Hace un bolsillo en la grasa y la piel  al lado del ombligo justo al lado de una mana supernumeraria y deposita ahí el bebé casi microscópico. Extiende los brazos y abraza el pezón supernumerario que cobra nueva turgencia. Con el bebe dentro, la piel no saben porque mantiene la forma del bolsillo.

“Y qué vas a poner en el papel que te han dicho” “Ya lo arreglo yo no se preocupe. Venga a verme en una semana, pero no se haga muchas ilusiones. No creo que sobreviva” “Pero mírelo tan a gusto en la tripa de su mamá. Me hace cosquillas con su chupeteo”

Una semana después la señora regresó. Le chistó a la residente. “Está dormido” Se remangó la blusa y mostró el pliegue de su abdomen, lo abrió ligeramente y el fetito había crecido, era ya a simple vista casi el doble de la semana anterior, aferrado a la mama abdominal que se había hecho prominente. “Todo parece ir bien. Vuelva en dos meses. Estará de 8 semanas” “¿Tengo que ir a la matrona del centro de salud?” “Creo que de momento es mejor que no. Más adelante. No sé cómo se lo tomarían”.

“Luis tengo que confesarte algo” “Dime” “¿Te acuerdas de una señora hace dos meses con un feto abortado de ocho que quería llevárselo?” “sí . Lo recuerdo” “Al final se llevó el feto. Yo se lo dí” “Tú estás loca. ¿Te estás jugando la residencia por una tía loca que se empeña que un aborto está vivo?. Creía que podía confiar en ti.” “Luis. Espera. No te lances. Ven conmigo a la consulta”

“¿Usted es quien quería acabar con mi hijo?” Sale de la habitación y aferra el brazo de la residente. “¿Esto es una encerrona?” “Luis es algo muy grande. Ven conmigo. No está enfadada” Pasan “Señora descúbrase la tripa”

La piel de su tripa forma un bolsillo enorme bajo el cual bulle algo. “Acércate Luis por favor” Separa la piel de la bolsa de la piel de la pared del abdomen. Un hermoso niño de unos tres kilos se aferra a la mama abdominal. Los mira y parece que sonríe. Luis declara. “Enhorabuena tiene usted un bebé muy hermoso”. La madre y el padre acarician el marsupio que incuba a su hijo.

Los dos médicos salen. “Luis el padre dará saltos de alegría” “Sí. Y no les resultará difícil encontrar una canguro” Carcajadas. Es un día feliz.

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