jueves, 7 de junio de 2012

OKUPA

“¿Por qué hay tanto revuelo?” “Ha desaparecido el hombre de la bata blanca” “¿No lo sabías?” “No lo había oído nunca” “Hace más de seis meses alguien se dio cuenta que un hombre de mediana edad, de complexión media, de aspecto normal pasaba todo el día en la tienda” “Mucha gente viene a El Corte Inglés para prrotegerse de las temperaturas exteriores” “Puede ser, pero este hombre no salía de la tienda” “¿Ni a la hora de cierre?” “No ni a la hora de cierre ni los fines de semana y te he  dicho seis meses por decir algo, porque hay quien sospecha que llevaba mucho más tiempo” “Y qué hacía” “Durante el día iba de un sitio a otro de la tienda, normalmente en los rincones y secciones visitados por menos clientes” “¿Y de noche?” “Aprovechaba para comer. Y después se acostaba en la sección de colchonería o en muebles” “Robaba en El Corte Inglés y los guardias no lo echaron” “Yo no lo llamaría robar. En el supermercado siempre buscaba el género a punto de caducar, incluso aquel que algunas veces pasaba desapercibido a los reponedores, siempre tomaba la fruta a punto de ponerse pocha o las rodajas de queso justo a punto de enmohecerse, y todo de una forma  muy pulcra y con mucho orden” “¿Y el aseo?” “Usaba el vestuario de personal a diario “ “ Pero ¿Nunca se quedó dormido en una cama o un sofá?” “ No. Te he dicho que era muy pulcro. Una hora antes de la apertura se levantaba y ordenaba las sábanas o la colcha. Todo quedaba como si nadie hubiese descansado allí. Se levantaba , se dirigía en la primera planta a los baños de público para no coincidir con los empleados, se aseaba y siempre tomaba uno o dos yogourt caducados del día anterior para desayunar, y a continuación a las secciones de menaje o bricolaje, las menos frecuentadas a primera hora de la mañana , siempre con su bata blanca” “Pero ¿cómo no le echaron?” “Era muy discreto. Todos sabían que estaba pero no se hacía ver. La dirección se encontró con un hecho consumado, con una historia, si llegaba a manos de un periodista, la historia aparecería en todos los realitis de la televisión. Alguien rodaría un documental. Como están los tiempos, si empezaban a salirle imitadores sería un absoluto desastre. Si se permitía, la imagen señorial de la empresa quedaría dañada, pero si se desalojaba violentamente a personas hambrientas, quedaría como una empresa usurera y con escasa conciencia social. Además el hombre caía bien. No hablaba con nadie, no molestaba y a veces incluso arreglaba algún problemas que había surgido durante el día, sobre todo en temas relacionados con la electrónica o la informática. Y no sólo eso, los de marketing comprobaron que los departamentos poco frecuentados por donde merodeaba incrementaban sus ventas en un cincuenta por ciento de media” “ Esta empresa tiene suerte hasta para sus ocupas. Pero se ha ido. Se les ha acabado el chollo” “Anoche las cámaras de seguridad lo vieron en la sección de viajes. Ojeó catálogos de la India, Canadá, Nepal y alguno de Brasil. Con mucho detalle y mucha tranquilidad. En una toma se ven sus ojos que últimamente parecían cansados y húmedos. Había poca luz. Unos dicen que era por la presbicia, pero otros que era claramente tristeza” El vendedor se calla para cobrar a un cliente.”¿Y?” “Desapareció” “ ¿Desapareció?” “Se levantó.  Caminó lento hacia esa puerta con la cabeza gacha. Miró atrás a la tienda. Abrió la puerta y se perdió” “¿Adónde lleva la puerta?” “A ningún sitio. Es una puerta falsa. Si la abres hay una pared de ladrillo enlucido”

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